¿Sois de los que os dejáis llevar?
Pensar bien la respuesta, porque habrá más de uno que diga: SIIIIII pero luego no sea realmente así.
Recuerdo un día que estábamos Paolo y yo haciendo turismo por la ciudad londinense. Una noche tocaba marcha, faltaría más.
Nevaba, hacía un frío que no eso no había quien lo aguantase, luego caía agua nieve; una ya no sabía donde meterse para refugiarse de taaaaanto frío.
Entramos en una discoteca de una famosa square, estando Paolo y yo bailando, bebiendo algo, mirando que tal estaba el ambiente y tal, vimos que justo a nuestro lado había una pareja de unos pocos años menos que nosotros, ahí a su tema, que si beso por allí, que si arrumaco para allá, que si te meto mano lascivamente.
Pronto se convertirían en el centro de atención de toda nuestra zona. Comenzaron a besarse apasionadamente, pero de esos besos que se dan cuando tienes entre tus brazos a esa persona que tanto has ansiado y deseado y que te dan ganas de comértelo allí mismo. Sus lenguas se veían desde todos los ángulos, habían empezado una pelea por ver quien introducía más veces y más profundamente su lengua en la boca del otro. Yo me olvidé del resto de la discoteca y no pude quitar ojo de la imagen que tenía delante mía.
Ella, de repente, paró. Le separó de si con el brazo, y con la cabeza decía que no, y hacía el ademán de alejarse con su amiga que la pobre estaba aguantando una columna para que no se cayera. El chaval se quedaba con cara de niño al que le han quitado una piruleta, os prometo que le veía los ojos lloroso, era eso o mis propias lágrimas de lo que me estaba riendo de la situación. El chico a todo esto, tenía ya el mástil bien armado, normal, con tanto sobeteo, cualquiera aguanta una erección.
Para sorpresa de todos los presentes, la chica habló unas palabras con su amiga, y volvió cual loba sobre el chico, metiéndole la lengua a tal profundidad que mínimo estaba buscando petróleo. Comenzaron a meterse mano a diestro y siniestro, pero de una forma brutal: él le cogía los pechos a ella, ella le cogía el paquete a él, hubo un momento en que él le empezó a levantar la falda a ella y a meterle la mano entre su ropa interior.
Ahí solo pude dirigirme a Paolo y decirle: "¿a qué se la folla aquí mismo?"
Pero luego se volvían a separar, y con los mismos gestos de negación de que no podían hacer eso, ella se bajaba la falda muy dignamente, y se volvía a colocar sus pechos en el sujetador; él en cambio, se pasaba sus dedos por sus labios y luego por los de ella. Su erección ya era de campeonato.
Os prometo que estábamos todos alrededor solo pendiente a la situación, pero ellos era totalmente ajenos al espectáculo que estaban dando. Empezamos a mirarnos los espectadores y a reírnos y era como si nos preguntásemos los unos a los otros: ¿pero estos a que juegan?
Recuerdo a la amiga de la chica con una cara de aburrimiento considerable, con lo que me hace pensar varias cosas: que ya está acostumbrada a vivir este tipo de momentos con su amiga, que se estará arrepintiendo de salir con su amiga porque siempre acaba igual, que porqué a ella no le pasará lo mismo, o estaba haciendo mentalmente la lista de la compra. Cualquier cosa es válida.
Ese baile, de te meto mano, te sobo entero, te quito el sujetador y te cojo los pechos, te paso los dedos por la boca, te bajo las bragas.... no salíamos de nuestro asombro.
¿Sabéis como terminó? La sobeteadora cogiendo a su amiga de la mano y marchándose las dos del local, dejando al maromo con una erección que le dolería hasta 3 días después.
Por eso os pregunto, ¿sois de los que realmente os dejáis llevar? o ¿la sociedad, el lugar y la situación os corta y preferís llevar ese momento a otro lugar?
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