Un San Valentín vibrante
Siempre había tenido curiosidad por todo lo relacionado con el mundo de los juguetes sexuales... De hecho, en cuanto una famosa marca de preservativos, empezó a comercializar pequeños juguetitos sexuales, no lo dude dos veces y los empecé a probar con Paolo.
Sinceramente, me esperaba más, aunque por el precio que costaban, demasiado hacían. Es cuando me dije: Didi, hay que comprar on line algún cacharrito para la cama que ya es hora.
Así que acercándose un San Valentín, me puse a ver sexshops on line, pero casi todos tenían ese aspecto de "sucio"; creo que no son muy inteligentes a la hora de cuidar su estética, debido a que las mujeres somos consumidoras de sus productos y sinceramente, no me agrada nada entrar en una web toda oscura, que parece que estoy haciendo algo malo!!!
A lo que iba, di con una web que, bueno, me servía, y sobre todo, el asunto que más me preocupaba, el envío. Pero juraban y perjuraban envío discreto, así que empecé a llenar mi carrito de la compra.
Iba buscando lo que iba buscando, ¡yo quería un vibrador como el de Charlotte de Sexo en Nueva York! así que introduje las palabras mágicas: Conejito Rampante. Y comenzaron a salir vibradores. Di con uno que me gustó bastante, ala! al carrito. Y seguí mirando, también compré un juego de mesa del que os hablaré en otro post.
Me mandan mi paquete, super discreto, y además me mandaron regalitos, como monodosis de lubricantes y un chupachups que tenía dos cabezas digamos,y cada uno tenía que lamerlo por un lado.
Bueno yo con mi super vibrador encantada; Paolo había reservado una habitación en un hotel de 5 estrellas con la cena y demás cosas incluidas. Todo iba a ser genial!!! Llegamos al hotel, precioso, lujoso, vamos a la habitación y que deciros.... que podría ser más grande esa habitación que el salón de muchos. Como no queríamos perder tiempo, a la cama que fuimos y a usar el juguete nuevo...
Terminamos nuestra sesión de sexo desenfrenado y tal, nos duchamos, nos ponemos bien guapetes para la cena, con una resplandor en la cara que daba envidia. Y yo, dejé el vibrador en la mesita de noche, ahí, bien a la vista, al fin y al cabo, era de noche, nadie "debía" de entrar en nuestra habitación.
Bajamos a cenar, y cuando estamos leyendo el menú que nos iban a servir, ponía una nota más abajo en la que decía que tendrían un detalle con las mujeres en ese día tan especial. No tenía ni idea de a lo que se refería. Terminamos de cenar una magnífica cena, y subimos a la habitación queriendo repetir la sesión de sexo de antes, cual es nuestra sorpresa cuando entramos en la habitación, que el servicio de habitaciones nos había hecho la cama y me había dejado encima de la cama "el detallito para las mujeres", que era una bolsa con productos cosméticos de la Prairie. Pero eso si, el vibrador ahí, bien a la vista en la mesita de noche.
Miré a Paolo y poco más y me muero de la vergüenza al saber que una camarera de habitación había entrado en nuestro cuarto para dejarme ese detallito, y va y se encuentra con mi conejito rampante, saludándole desde la mesita de noche.
Cierto es que luego nos reímos muchísimo al imaginarnos la cara de la pobre mujer viendo ese vibrador de 30cm de alto mirarle desde su pedestal, pero reconozco que al principio lo pasé muy mal.
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