Paolo y el Pene Oruga
Ayer vinieron a casa a cenar Lilith y Noah. Lilith tenía que contarnos una historia con el tio-ameba, ¿no sabéis quién es? Vaya, me lo apuntaré para que no se me olvide y otro día os hablo de él. Además la historía de Lilith con ese tio no es para un capítulo, es para una trilogía.
Pues hicimos cena en casa, unos deliciosos crepes salados, con unos rellenos de lo más variopintos. Mientras cenábamos, empezamos a hablar de todo un poco, pero sobre todo, tíos, siempre tíos, hasta la cena nos tenéis que dar.
Y hablando de cosas graciosas que nos han sucedido con los hombres, no pude evitar acordarme de aquella noche con Paolo....
Acondicionamos el salón para una velada de sexo fantástica. Retiramos los muebles de la alfombra, encendimos la chimenea, pusimos cojines por todo el suelo, vamos que aquello parecía el salón de un marajá.
Paolo, sonreía, y sacó un paquetito, eran preservativos, pero estaba contento porque eran retardantes. Aja... tenía intención de estar toda la noche dale que te pego, y también trajo del dormitorio lubricante; perfecto no nos hacía falta nada más. Bueno, alcohol, dos copas de vino amenizarían la sesión nocturna de sexo.
Comenzamos con los juegos previos, ropa fuera, (sí lo sé, nosotros es que eso de ir poco a poco como que no lo entendemos muy bien), y comenzamos a besarnos, lamernos, y a tocar toda la anatomía del otro. Paolo que es muy potente sexualmente, dijo:
- Didi, me tengo que poner el preservativo ya, porque no sé cuánto voy a poder aguantar más. (Llevábamos de preliminares una media hora, estaba que estallaba el pobre)
- Si por favor, póntelo ya. (si el iba a estallar, yo estaba trepando las paredes por lo caliente que iba)
Y comenzamos a cambiar posturas, y a entrelazarnos, pero yo, yo notaba que algo no iba bien. Cada vez le iba sintiendo menos, y eso no podía ser, puesto que le había visto totalmente empalmado. A él le veía un poco agobiado, pero, empecé a notarme poca sensibilidad en la zona de la vagina y los muslos. Que raro, me tocaba y no lo notaba y yo veía que él también se tocaba su pene y miraba con cara rara. Cuando uno de los dos se decide hablar, es él:
- Nena no me la noto (y aquello estaba tan flácido que se convirtió en el pene oruga)
- Yo tampoco me noto los muslos, y si me toco mi clítoris, tampoco lo siento. Paolo, ¿no habrá sido el condón no?
- ¡ Didi esto ha sido la mierda de condón retardante de los huevos ! ¡Me voy a quitar esto se me vaya a caer la picha a cachos!
- ¡ Joder no noto ni el culo! ¿Qué mierda has comprado? (ahí ya empezó cada uno a soltar una retahila de tacos hacía los malditos-cabrones-jode veladas- de los condones)
- Esto ni a mi peor enemigo se los regalo.
- ¡ Joder no noto ni el culo! ¿Qué mierda has comprado? (ahí ya empezó cada uno a soltar una retahila de tacos hacía los malditos-cabrones-jode veladas- de los condones)
- Esto ni a mi peor enemigo se los regalo.
Fui a darme una ducha para ver si así recuperaba la sensibilidad en mis zonas sexuales, que ya nos valía, para una noche de sexo a lo loco que podíamos tener los dos en el salón sin temor a que nuestra hija apareciese por ahí, él se había convertido en el pene oruga, y a mi me podías introducir el mando de la tele que iba a ser lo mismo porque no notaba nada.
Leímos los componentes del condón, y al parecer esos condones tienen belladona o un componente que actúa como la belladona, con lo que hace el efecto retardante, pero lo que deberían de poner en la caja es que te retarda el sexo hasta el día siguiente.
Que es cuando pudo volver a empalmarse Paolo.
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